Una mañana encendida
de aire transparente y sol
miró afuera Doña Urraca
y de su casa salió.
Como iba a dar un paseo,
y por si hacía calor,
decidió llevar sombrilla
y de su casa salió.
También podía hacer frío:
gorro y bufanda tomó,
se los puso con gran prisa
y de su casa salió.
Y si llovía, ¿qué haría?
Podía esconderse el sol.
Llevó además el paraguas
y de su casa salió.
Quería estar elegante
por si encontraba a un señor:
se puso tacones altos
y de su casa salió.
Por parecer gran señora
se puso sombrero alón,
una falda de volantes
y de su casa salió.
Pero faltaba un collar
y de prisa lo buscó,
se lo enredó por el cuello
y de su casa salió.
Le faltaban los pendientes,
esos de rojo color,
los enganchó entre las plumas
y de su casa salió.
Cuando iba a emprender vuelo
otra urraca allí pasó.
Ella dijo:"Buen día".
Y de su casa salió.
Pero la otra asombrada,
al verla así, se rió.
Y doña Urraca, muy digna,
a su casa se volvió.
Dejó sombrilla, paraguas,
gorro y bufanda dejó,
y se sacó los zapatos,
se quitó el sombrero alón,
y la falda de volantes,
y el collar, que se enredó,
por último los pendientes.
Todo, todo se quitó.
Y esa mañana encendida
de aire transparente y sol
doña Urraca, enfurecida,
de su casa no salió.
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